jueves, 4 de diciembre de 2008

GÉNERO Y SENSIBILIDAD
Si buscamos el término sensibilidad en el diccionario de la Real Academia de la Lengua aparecen varias acepciones, de las que me voy a quedar con las tres primeras:
1.- Facultad de sentir, propia de los seres animados.
2.- Propensión natural de la persona a dejarse llevar de los afectos de la compasión, humanidad y ternura.
3.- Cualidades de las cosas sensibles.
La sensibilidad es una capacidad de las personas que desde el momento del nacimiento se hace constatable. A medida que crecemos las personas desarrollamos en menor o mayor medida nuestra sensibilidad según el tipo de educación recibida, de los modelos y de las figuras de referencia que tenemos a nuestro alrededor. El proceso de socialización de las personas está ligado inexcusablemente a nuestro entorno afectivo, de tal forma que las experiencias vividas, diferentes en cada uno de nosotros/as moldean el yo interior y nuestra forma de relación con los demás.
Las personas sufrimos el dolor, gozamos la alegría, vertimos lágrimas, necesitamos amor, necesitamos caricias, sentimos celos, sentimos rabia, sentimos miedo, etc. Podríamos decir que las emociones son necesidades intrínsecas de todos/as nosotros/as.
Las personas sensibles captan matices que a los demás pasan desapercibidos y aportan una buena dosis de humanidad y comprensión, de las que se benefician, aún sin pretenderlo, las personas que les rodean.

Tratad de cambiar el término persona por hombre o mujer y comprobaréis que la sensibilidad no está ligada al género, sino que como cualidad nos pertenece a todos/as por igual, y todos, hombres y mujeres debemos reivindicar nuestro derecho a disfrutar de ella y a mostrarla sin complejos.

“Cuando cae una FLOR, se estremece mi vida”
Marguerite Yourcenar

SEGUIMOS CON LAS AJEDRECISTAS

BYKOVA, CAMPEONA DEL MUNDO 1953-56 Y 1958-62

Elisaveta Ivanovna Bykova nació en 1913 en Bogolyubovo (¡En serio!) en el seno de una familia de pequeños agricultores. Su familia se mudó a Moscú cuando ella tenía doce años y empezó a jugar al ajedrez con su hermano. Su talento resultó evidente en 1927, cuando ganó el campeonato de ajedrez de su escuela.
En 1935 Vera Menchik, la campeona del mundo, visitó Moscú y eso alentó a Bykova para mejorar su ajedrez. Se dedicó al juego y dos años más tarde se haría con el campeonato femenino de Moscú. Tras la guerra, que interrumpió su carrera, Bykova retomó el juego serio en torneos y comenzó a dominar en las competiciones internacionales. Ganó el campeonato soviético en 1947, 1948, y 1950. En 1950 también empató por el tercer lugar en el campeonato mundial femenino.

En 1952 Bykova ganó el torneo de candidatas, que permitía a las jugadoras retar a la vigente campeona mundial. Al año siguiente derrotó a su compañera soviética Ludmilla Rudenko y se convirtió en campeona mundial. En 1956 Bykova perdió el título frente a la soviética Olga Rubtsova, pero lo recuperó en 1958. Bykova retuvo el título hasta 1962, cuando la soviética Nona Gaprindashvili la derrotó.